Mientras hacíamos nuestras rutas por Madagascar para seguir descubriendo la isla, mi amigo Emilson y yo nos pusimos en contacto con una asociación llamada Reniala, que se ocupa principalmente de la protección de los bosques y de las especies animales del sur de la isla. Esta asociación se encarga de la gestión de una reserva de 60 hectáreas en el pueblo de Mangily. De este modo, partimos rumbo al bosque de los 1200 baobabs.
En Toliara, nos montamos en un taxi-brousse (una mezcla entre un taxi y un minibús) y recorrimos la costa en dirección al norte. La carretera es caótica y tardamos alrededor de 2 horas en llegar al pueblo de Mangily-Ifaty. Una vez que llegamos al destino, lo primero con lo que nos encontramos fue con al entrada del bosque, en la que nos esperaba uno de los guías de la asociación.
Soltamos nuestros sacos y comenzamos nuestra visita guiada por el bosque. El guía era un gran apasionado de las riquezas ocultas de su región y nos contagió su entusiasmo durante el paseo de 2 horas que dimos a través de la vegetación típica del sur de la isla.
A lo largo de un pequeño sendero que discurre entre árboles, vimos diferentes ejemplares de pachypodium, delonix y givotia y, por supuesto, un número incalculable de baobabs de todas las edades y con los aspectos más extraños: en forma de tetera, en forma de rinoceronte, así como un ejemplar de un tamaño impresionante. En ese momento comprendimos el porqué del nombre del bosque.
El guía nos explicó los diferentes usos tradicionales de las plantas, una farmacopea de la vida cotidiana: “este tipo de árbol se utiliza para la construcción de piraguas, las raíces de este otro son un eficaz antiséptico...”
Tras la visita, regresamos a los locales de la asociación para almorzar. Con el objetivo de acoger a los viajeros, científicos y voluntarios que llegan a este lugar, la asociación Reniala ha creado el “Auberge des 3 Makis”, situado en la entrada al bosque. Una vez finalizamos el almuerzo, partimos en dirección al centro de conservación y protección de lemúridos. Construido por la asociación, este centro alberga lemúridos que pertenecían a particulares o traficantes y fueron rescatados por las autoridades para cuidarlos y soltarlos en libertad en su hábitat natural.
Al final de la tarde, decidimos volver al bosque para observar las numerosas aves endémicas de esta región. En el camino nos cruzamos con algunas tortugas, varias lagartijas, lémures ocultos en las ramas de los árboles y, por supuesto, numerosas aves.
Por la noche, fuimos a dormir al albergue, con la agradable melodía de fondo de los sonidos del bosque que nos rodeaba.
Por la mañana, decidimos emprender el camino para visitar la casa de las tortugas que se encuentra junto al bosque. En este lugar también se ha implantado un programa de conservación de dos especies protegidas de la región: la tortuga radiada (o estrellada) y la tortuga araña.
Este sitio rebosa de tortugas de todos los tamaños y de todas las edades que campan a sus anchas, en libertad por toda la zona. La asociación tiene como objetivo la protección de estas especies, la sensibilización de los habitantes de la región hacia su conservación y la investigación científica de estos animales.