La República Checa es un destino perfecto para los amantes del senderismo. Tanto si eliges las montañas de Sumava o de Krkonoše, o la meseta de piedra caliza de Moravia, podrás hacer excursiones en un precioso entorno natural. Y por qué no, iniciarte en la escalada o en la espeleología. Viaja a ser posible entre mayo y septiembre.
El país es un destino perfecto para esquiar también. Escoge las pistas de esquí de Spindleruv Mlyn entre enero y abril, y los paisajes de Sumava para el esquí de fondo. Es mejor que lleves equipo de esquí propio.
Intenta visitar al menos un castillo típico durante tu estancia. Por ejemplo el de Karlstejn, con su foso y sus murallas. Podrás probar aquí el famoso vino del que el antiguo emperador era fan. No te pierdas tampoco el de Hluboka nad Vltavou, uno de los castillos más bellos y románticos. Intenta ir en el período de mayo a septiembre, o entre abril y octubre.
En mayo empieza la temporada de balnearios en la República Checa. No hay nada mejor que un momento de bienestar en un spa después de los largos paseos. Ve a Karlovy Vary para disfrutar de todo lo que rodea la bendición de las aguas minerales y las fiestas de primavera a principios de mayo, o a Lednice para disfrutar de delicatessen en forma de galletas, pasteles y licores. Aquí también podrás hacer un pequeño viaje en barca por el parque del castillo. Opcionalmente, también puedes ir a Luhacovice o a Franzenbad… No faltan estaciones termales en la República Checa. Es especialmente agradable ir en mazo, pero por supuesto puedes ir a mimarte a un spa en cualquier momento del año.
Visita al menos una ciudad medieval durante tu viaje. Kutna Hora es una de las más bonitas. Su catedral y sus pubs tradicionales contribuyen a su encanto. Tampoco te pierdas Tabor y sus pequeñas calles medievales. Y por supuesto, queda mencionar la hermosa Cesky Krumlov, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El mejor momento para ir es preferentemente entre mayo y septiembre , o en abril u octubre.