Viajes a Suiza

Suiza, a pesar de no ser un país excesivamente grande (300 kilómetros de oeste a este), ofrece una gran variedad de paisajes, teniendo cada uno de ellos su particular encanto. Ten en mente que, en la Confederación Helvética, el clima y la orografía, así como el idioma, la arquitectura o la religión, pueden cambiar en cuestión de unos pocos kilómetros. Suiza es, por supuesto, sinónimo de montaña. Pero las opciones, incluso en este aspecto, son numerosas: desde las altas cimas nevadas del Cantón de Valais o del Oberland bernés, hasta los tranquilos valles ondulantes del Jura o los Prealpes soleados del Cantón del Tesino, orientado hacia Italia. La Meseta, que atraviesa el país a lo largo, y que acoge a la mayor parte de la población, así como a las principales vías de comunicación, tiene también sus joyas: Berna, capital federal, con su peculiar encanto medieval; Zúrich, la metrópolis, rodeando a su lago como si de un joyero se tratase; y, por supuesto, junto a la frontera con Francia, el lago Lemán (la mayor extensión de agua dulce de Europa Occidental), cuyos paisajes de viñedos a lo largo de las laderas de las colinas han sido clasificados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Además, en el extremo este, lindando con Italia y Austria, los profundos valles de Grisonia son un universo en sí mismos, contando incluso con una lengua propia, el cuarto idioma nacional suizo: el romanche.