Durante tu viaje a Zanzíbar, no dudes en dejar atrás la tarjeta postal, olvida por un instante la playa de arena fina, los cocoteros, el agua cristalina y sumérgete en la exuberante selva de Jozani.
Con 50 kilómetros cuadrados, no queda gran cosa de la antigua e inmensa selva tropical que recubría la isla. Sal del laberinto de callejas de Stonetown, deja tras de ti las playas paradisíacas y ve al centro de Zanzíbar para penetrar en este último retazo de exuberante vegetación en el parque nacional de Jozani. Es una ocasión única para dar a tu viaje por Zanzíbar otra dimensión, bien lejos de la clásica tarjeta postal y de los clásicos circuitos turísticos. La zona geográfica es llana y muy húmeda. Llueve con frecuencia en la selva de Jozani lo que hace que a menudo la tierra se inunde, transformando el parque nacional de Jozani en una gran zona pantanosa. El conjunto es magnífico y la visita es a veces poco conocida e ignorada por los turistas que prefieren relajarse a la sombra de un cocotero, sobre la arena fina y suave como el terciopelo o un cóctel en la mano al borde de la piscina de su hotel. Peor para ellos porque la selva de Jozani es otra cara de la isla que no hay que dudar en venir a descubrir.
En 1960, el parque nacional de Jozani se convirtió en una reserva protegida. Obligatoriamente tienes que hacerte acompañar por un guía para entrar ahí. No se trata de que corras el riesgo de perderte o que puedas cruzarte con un animal peligroso, pero su presencia te permitirá aprender más sobre los árboles que forman esta magnífica selva tropical.
Hay unos cuantos cientos de especies sin contar las numerosas hierbas medicinales. Entre las más frecuentes encontrarás, sin duda, los eucaliptos, las palmeras, los ficus, las caobas. E n lo que concierne a la vida animal, el colobo es un poco la estrella del lugar. Esta especie en riesgo de extinción está presente en gran número en la isla y particularmente en la selva de Jozani donde vive un 80%. Hay dos tipos, el colobo rojo que es muy sociable y muy juguetón. Permite fácilmente que te acerques y hará las delicias de los fotógrafos. Es todo lo contrario del colobo azul, que es mucho más tímido y no se deja observar fácilmente. Para distinguirlos, hay que saber que el colobo rojo tiene la particularidad de poseer tan solo cuatro dedos.